TVN en digital: la televisión de los pobres

El proceso de migración a la Televisión Digital Terrestre (TDT) es un tema curiosamente silenciado en Chile. No hay reportajes en los medios que expliquen el alcance de la migración. Lo único que se escucha es “estamos atrasados”, apremiando a los parlamentarios a legislar de prisa, sin explicar las razones de este supuesto retraso, ni hacer presente que lo que se legisle ahora regirá para al menos los próximos 20 años y sin atender a que al menos un 60% de la población sólo ve TV abierta.

La  transición a la TDT es mucho más que el cambio de TV blanco y negro a TV a Color, no es sólo “la misma TV, pero con mejor calidad de imagen y sonido”. La Televisión Digital Terrestre incorporará las redes de televisión a las plataformas de comunicaciones electrónicas. Ello implica que a través de estas redes podrán prestarse otros servicios, diferentes de la televisión. Debemos discutir respecto de los usos que podrán hacer de este espectro los eventuales asignatarios, donde el uso prioritario debe seguir siendo la televisión, en tanto instrumento al servicio del derecho a la información y la libertad de expresión.

No es correcto sostener a este respecto, como engañosamente se quiere introducir en el discurso público, que la nueva ley de TVN debe dejar a esta empresa en iguales condiciones, derechos y obligaciones que las concesionarias de TV comercial. Ello significaría olvidar [nuevamente]  el sentido de que exista una Televisión Pública en Chile y su rol en la transición digital  y en el futuro modelo televisivo.

Tener televisión pública implica asignarle misiones de servicio público en su ley entre las cuales está que el canal contribuya a corregir las inequidades de nuestro sistema educacional, a enriquecer el debate de ideas y a promover la tolerancia, la diversidad y la protección de los vulnerables.

Ello sin perjuicio de otras funciones, como la de constituirse en un impulsor de la penetración de la TDT en las regiones, a través de la prestación de servicios de transmisión de señales de TDT para los nuevos entrantes, y asegurar la igualdad de trato a quienes deseen realizar emprendimientos en la nueva Televisión. Consecuentemente, la concreción de estas funciones requiere un régimen financiero y de administración acorde a sus misiones y naturaleza de televisión pública.

En efecto, el modelo de financiamiento de la televisión en base al avisaje comercial hace de ella un esclavo del mercado, donde las audiencias simplemente son cabezas de ganado que se venden al avisador, que es el verdadero usuario o cliente de la televisión. Siendo así, mantener a TVN en este modelo la condena a contribuir al servicio público sólo “en la medida de lo posible” tal y como lo hace hoy en día en que malamente vemos en sus pantallas algún contenido que responda al rol de la televisión pública.

La máxima expresión de este discurso “gatopardista” que ronda la migración a la Televisión Digital Terrestre dice relación con la afirmación de que ella no es realmente importante porque Internet será el gran medio de difusión de las ideas y de la información, más ahora que hay más de 8 millones de teléfonos móviles en Chile, los cuales idealmente pueden acceder a datos, aun cuando no hay estudios serios que nos informen cuántos de estos teléfonos tienen asociados planes multimedios que les permitan acceder a Internet o tienen capacidades para recibir televisión, o de si trata de una infraestructura robusta.

El reduccionismo de la discusión nacional sólo puede explicarse si quienes conducen el diálogo residen en zonas urbanas y están dentro del 40% de la población que accede a la TV cable o a Internet en banda ancha en Chile, además de que el diálogo se realiza con prescindencia del 60% de la población que sólo ve TV abierta, que es precisamente la gente más vulnerable de este país.

De ahí que no nos queda más que sostener que si la afirmación de que la migración de la TDT no importa es real, es precisamente porque al fin y al cabo, es la televisión para los pobres, pues quienes estan discutiendo la normativa correspondiente hace tiempo poseen no sólo televisión digital, sino también alta definición a través de las redes de cable.

Es por esto que llamamos a nuestro Congreso, como representantes de los intereses de la nación, a corregir la ley de TVN, devolviéndole el carácter de canal público. Sólo así los más desposeídos, aquellos que solo ven televisión abierta, encontrarán en su televisión pública un espacio para su desarrollo integral y se posibilitará la promoción social.

De su parte, en la legislación general de TDT, los instamos a que tengan presente que si bien la promesa digital y de Internet es real, tardará mucho en llegar a estos sectores de la población. Efectivamente a convergencia tecnológica permitirá a la gente acceder a datos en sus teléfonos celulares, pero ello requiere políticas públicas para hacer más  robustas nuestras redes y elevar los ingresos de la población para que accedan a aparatos de telefonía y planes de telefonía que hagan verdad esta promesa, argumento que queda al menos comprometido con la última encuesta CASEN.

Si bien  la elección de la norma japonesa parece ser un acierto no es suficiente, ahora debemos legislar para definir el modelo de Televisión Digital Terrestre que realmente nos lleve a una migración exitosa en todos los sectores de la población y en todos los rincones de Chile con prescindencia de la condición económica de las personas.

LORENA DONOSO ABARCA
Consejera ICDT

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